Es el nombre que se usa para designar a una corriente filosófica o de pensamiento considerada desde el positivismo
como de "corte irracionalista" que tuvo su origen en el siglo XIX y se
prolongó más o menos hasta la segunda mitad del siglo XX, aunque el
existencialismo en sí atraviesa a toda la historia de la humanidad (por
ejemplo en la sumeria Epopeya de Gilgamesh se encuentran planteos llenos de angustia, esperanza, duelo, melancolía, anhelos de eternidad
que luego reiterará siempre el exitencialismo) ya que sus temas son los
capitales de cada ser humano y de todo el conjunto de la humanidad. No
se trata de una escuela homogénea ni sistematizada, y sus seguidores se
caracterizan principalmente por su reacción contra la filosofía
tradicional. Estos filósofos se centraron en el análisis de la condición
de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el significado de la vida.
Uno de sus postulados fundamentales es que en el ser humano "la existencia precede a la esencia" (Sartre),
es decir, que no hay una naturaleza humana que determine a los
individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así
como el significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el
individuo es libre y totalmente responsable de sus actos. Esto incita en
el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias
externo a él. En líneas generales el existencialismo busca una ética
que supere a las moralinas y prejuicios; en esto al observador neófito
puede resultarle contradictorio ya que la ética que busca el
existencialismo es una ética universal, válida para todos los seres
humanos, que muchas veces no coincide con los postulados de las diversas
morales particulares de cada una de las culturas preexistentes.
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